sábado, 20 de marzo de 2010

Para mi hijo Nicolás, el mejor leedor del mundo.



El cuento

Érase una vez un cuento que quería ser realidad. Su autor, ya muerto, le había dicho que esto era posible, y que para ello solo debía encontrar una voz que lo pudiera leer con los ojos cerrados.
Al día siguiente, se paseó por todas las calles del pueblo en busca de esa voz. Escuchó muchas voces y a cada una de ellas le ofreció la tarea. 
Una a una, las voces fueron quedando mudas al momento de cerrar los ojos. 
Ya de noche, cansado, el cuento volvió a su libro.
El libro, después de muchos años, cansado ya por tanto trajín le advirtió que ya no le quedaba más tiempo y que tendría que encontrar la voz si quería ser realidad. Las hojas estaban ya deterioradas y en cualquier momento una de ellas podía salirse. El destino de un libro roto eran las llamas de una chimenea.
El cuento, preocupado, salió por última vez. Salió tan rápido de su libro que lo hizo tambalear hasta caerse al suelo. Todas las otras hojas quedaron desparramadas en el suelo. El libro, en su último aliento, le advirtió a su querido cuento que tendría que encontrar otro lugar donde vivir si es que no encontraba la voz para ser realidad. La despedida fue breve y silenciosa. El libro se cerró para siempre.

Ha pasado ya casi un siglo y el cuento nunca ha querido encontrar otro libro. El había roto uno y no querría hacerlo otra vez. Desde entonces, ese cuento se da una vuelta por todas las camas donde hay niños leyendo. Alguna vez encontrará alguno que lo esté haciendo con sus ojos cerrados. Esa será la voz.

2 comentarios:

  1. Un precioso regalo para el mejor leedor del mundo. Le hará ver que tiene el mejor papá del mundo.

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  2. Estoy muy lejos de ser un buen leedor, pero creo que esta precioso. Javier.

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