viernes, 26 de marzo de 2010

Carta abierta a Marco



Marco,

Te escribo esta carta porque tu me lo pediste el 13 de Diciembre de 2009 ¿te acuerdas? Tu nombre estaba en aquella primera papeleta.
Me demoré un poco en responder a esa invitación, lo que ciertamente me dio tiempo para pensar. Mis reflexiones tienen, por lo tanto, el tinte calmo, reflexivo y firme que el tiempo puede prestarles, ventaja que decidí usar voluntariamente.

Voté durante veinte años por los gobiernos de la concertación, lo que no me ha transformado en un súbdito de ella. Tengo la suerte de conocer muchos países gracias a mi profesión, lo que me ha permitido pasar bastante tiempo de mi vida en ellos. Esto, además de haber vivido, como tu, en el extranjero, me convierte en un observador algo más globalizado que el promedio.

Ha pasado poco tiempo, han pasado muchas cosas, se han dicho demasiadas cosas. La campaña fue intensa y fuerte. De las candidaturas, la tuya fue quizás la menos política de las cuatro. La tuya fue una campaña promocional de un producto inventado a la chilena. Poco pensado, atractivo, que vendió, se usó, sirvió a algunos, se sirvió de otros y se acabó.
Me imagino ese emprendimiento tan típico del chileno, que rápidamente inventa un producto de urgencia, para vender en las afueras de un estadio o de un escenario festivalero. Ese producto sirve una sola vez, causa furor y es de la calidad mínima para resistir el esfuerzo de su único uso.
Digo que tu candidatura fue la menos política, entendiendo la política como la hemos logrado reconquistar. No del todo bien, a veces definitivamente mal, pero permanente, seria y solemne. Política y no política Express, como entendí tu campaña.

Los movimientos políticos que nacen, como tu candidatura, de la rabia, tendrán el éxito que se merezcan por el mérito de los sentimientos que primaron para intentar aplacar esa rabia, lo que en este caso dejaste para un invisible final, o comienzo.
Como tus rabias poco tenían que ver con las rabias que fecundaron la candidatura ganadora, entonces inventaste que lo que fue válido para designarte como diputado, ya no lo era para evitar tu inclusión en una papeleta precoz. Las cuatro paredes que criticaste ahora, fueron testigos de otros arreglos que alguna vez te convinieron.
Los movimientos políticos que nacen desde una candidatura, deben rendir un examen difícil y épico. Deben desprenderse del sello personalista de su producto electoral, y trascender en las conciencias de muchas personas que tendrán que acarrear y traspasar sus ideas. Vaya tarea tremenda, para la que de entrada restaste ya a demasiadas personas.

Pronosticar fracasos es el oficio de aquellos que no se atreven a emprenden intentos y esa fue tu primera contradicción. Fuiste osado y valiente para proponer, pero partiste destruyendo, ofendiendo e insultando, lo que le restó la decencia necesaria a tu candidatura para convocar de frente y por las puertas a personas viejas y nuevas.

Abusaste de una herramienta muy delicada, la ironía, que en política se debe usar pocas y buenas veces. Tan notoria fue tu atropellada obsesión por la ironía, que hasta de forma burda fue copiada por tu esposa. Tu analista tendrá que explicarte las razones por las que no te atreviste a usar el nombre de uno de los candidatos. Ironía torpe, que hizo de su abuso un escollo insalvable para presentar de manera digna y responsable tu posición entre vueltas. El trabalenguas intelectual que usaste, de manera absurda e ingenua, para explicarnos a los chilenos qué significaba el voto por cada uno de los tres candidatos restantes fue de una soberbia y falta de respeto, que más parecía propia de un encierro juvenil de televisión, que de una elección política seria e histórica.

La historia de los países es compleja y lenta. Las series de televisión son fáciles y rápidas. Entre las dos están las vidas reales de todos nosotros.
Planteaste como urgente un problema que era profundo, y que requería un análisis más comunitario, permanente e histórico. Convenciste a algunas personas de que tú sacrificio era la solución y desde ese momento,  tu candidatura egoísta y egocéntrica ya estaba en marcha.

No voy a culparte de la derrota de la concertación, no. La derrota es muy compleja como para que un fenómeno tan liviano y simple como el tuyo la explique. La concertación perdió por problemas mucho más serios que los que planteaste al personalizar tu rabieta hiperactiva en cuatro dirigentes. La concertación se dedicó a gobernar y solo a eso durante veinte años. La concertación se olvidó de informar, y la falta de medios de prensa objetivos y progresistas permitió que la rabia ciudadana fuese alimentada de manera inmoral por la oposición. Esta falta de información permitió que se fuera instalando una imagen mentirosa y negativa del oficio de la política, quedando aquellos que ejercen el poder en la primera línea de fuego del desinformado escrutinio ciudadano.
Es cierto que las estructuras de poder se hacen burocráticas con el paso del tiempo y ello trae consigo un nivel de complacencia inaceptable. Es cierto también que fuimos, somos y seremos testigos del infaltable espectáculo de aquel que se salta la fila, pero con dineros públicos. Es cierto. ¿Todo eso se solucionaba con tu candidatura?

Tu candidatura fue una ensalada de propuestas, las que quisiste debatir como plato único y excluyente. Propuestas de todo tipo. Propuestas, sin embargo, solo propuestas. ¿Y la ética? ¿y la lealtad?
La política basada en propuestas y solo propuestas, sin historia, sin consecuencia, sin amistad, es temporal. Y en Chile estamos necesitados de una política más permanente, más respetuosa y noble. Simbolizar el desprestigio de los políticos en la caricatura de cuatro dirigentes es un lamentable y penoso ejercicio propio de uniformes navales en estado de ebriedad algunos martes de nuestra historia. Hecho por ti, desde tu acomodada situación, y siendo hijo de quienes eres es doblemente triste.

Las propuestas que te adornaron se debatirán, tal y como se hará con todas las propuestas, las de los rojos, los azules y los verdes. Las tuyas, sin embargo, tendrán que recuperar su dignidad para poder pertenecernos. Tendrán que poder ser pronunciadas por alguien que no anteponga su nombre y que no solo piense antes de hablar, sino también sienta y sepa conversar animadamente con el silencio.

Desde un punto de vista frío y objetivo, tu candidatura independiente es ciertamente la más exitosa desde 1990. Aún así, quedaste muy por debajo de la peor campaña de la derecha y apenas por encima de la campaña de Errázuriz (Fra-Fra) La diferencia, en contra tuyo, es que tus dos límites si tuvieron, en sus respectivas elecciones, apoyo y representación parlamentaria.  

Te equivocaste la noche del 13. Lo que calificaste como victoria delante de tu padre en lagrimas fue en realidad una derrota. Tu ego infinito nos privó de tener y mantener un buen senador.
Usar un perverso pero predecible sistema electoral es, hoy en día, un examen que debiera poder pasar cualquier movimiento político cuerdo y realista que pretenda tener cierta trascendencia. Eso lo aprendieron los porfiados comunistas 20 años después, de lo que sinceramente me alegro.  

Espero que como ciudadano sin títulos y con menos cámaras puedas aportar en la reconstrucción de la política chilena. Espero que esta aventura te haga más humilde, más sereno y reflexivo. Espero que cuando te inviten a hacer una autocrítica, seas capaz de hacerlo, sin devolver un acertijo disfrazado de intelecto. Las dicotomías son parte de la vida y no son un defecto, como intentaste responderle a una periodista en vivo y en directo por televisión. El defecto sería no tener esas dicotomías.

La polémica de turno ahora, simbolizada en otros cuatro dirigentes, tiene que ver con la invitación que alguien espera, en tu nombre, te sea extendida. Como quieras interpretar y hacerlo saber a la ciudadanía es tú decisión. Creo, sin embargo, que esta vez la respuesta es bastante más sencilla y pragmática. Para ello, debes responderte a solas una pregunta muy fácil. ¿Quieres ir? No necesitamos un nuevo “docureality” para que el público decida, con encuestas telefónicas, acerca de tu participación. 
Asume tu responsabilidad, toma una decisión seria y termina de una vez con tus pataletas de niño mimado. Si tomas la decisión adecuada, entonces serás bienvenido a ese o cualquier foro que trate del devenir progresista de la política nacional. Faltaste, desde hace un tiempo, pero no sobras, desde ahora.  

Cometer errores es parte del proceso de desarrollo del ser humano. Vaya que los cometiste, y vaya que te los financiaron.
Lo que aprendiste a partir de tus errores es, desde el 14 de Diciembre, patrimonio personal que esperamos sinceramente compartas con tus compatriotas.

Mis saludos para tí y para aquellos que votaron por tu candidatura.

Christian Staiger 

3 comentarios:

  1. Creo que usted está muy equivocado. Vea las propuestas que tenía Marco y vea las cosas que están discutiendo... él se adelantó, a la chilena si quiere, pero tomó la delantera.

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  2. Pongo un CD de aplausos.
    Ximegui

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  3. cómoda hasta para aplaudir!!

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