miércoles, 21 de abril de 2010

Idioticias a las 21, La Lluvia



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La lluvia se produce en el momento en que las partículas de vapor de agua, al condensarse, alcanzan un peso superior a la fuerza de las corrientes convectivas de una nube, precipitando hacia la tierra. Es una definición simple y básica de un fenómeno que es estudiado por la meteorología. Se define fácilmente en un libro y moja a quienes no llevan paraguas. Si dura mucho, se producen algunas catástrofes, preferentemente donde vive mucha gente pobre y la ciencia económica ha recomendado ahorrar en colectores y limpieza de basura.
Desde que Pedro de Valdivia fundó Santiago, la lluvia nos ha acompañado en otoño e invierno. Esto nos lleva a concluir que la lluvia solo debiera ser noticia cuando se produce en primavera y verano y, talvez cuando ella dure tanto, que produzca alguna emergencia real. Pues bien, no. En televisión han decidido que la lluvia es noticia cuando es poca o mucha, o normal, es decir, siempre. Debe ser muy necesario enterarse que llovió cuando ya estamos de vuelta en casa y probablemente ya nos mojamos. Algo así como un aviso retroactivo de que debiéramos haber salido con paraguas. Mención honrosa es debida, también, al clásico y repetido concepto de “frente de mal tiempo”. No existen los frentes de buen tiempo, lo que implica que la lluvia es solo uno más de los fenómenos meteorológicos que ocurren en los frentes. La naturaleza inventó la lluvia para mantener activo el ciclo vital del agua. El ser humano, en algunas partes del mundo no ha querido entender esto, ayudado talvez por aquella historia escrita acerca de un diluvio castigador. La lluvia es, desde entonces, una especie de demonio.
Las imágenes clásicas de carritos cruzando personas en calles anegadas, secretarias caminando por las calles con zapatos de taco alto (calzado muy adecuado para la ocasión) automovilistas mojando a transeúntes al pasar por un charco, y un reportero mojándose en vivo y en directo son, majaderamente, mostradas a diario durante el invierno a todo el país. Todas ellas, imágenes de torpezas urbanas a las que estamos acostumbrados desde que decidimos que la lluvia usara las calles de nuestro Santiago periférico para transitar.
Como las noticias de Chile empiezan con las de Santiago, entonces los valdivianos deben pensar que somos idiotas. A ellos les llueve todo el año y algo que sucede todo el año no debiera titular los noticieros. Los habitantes de Arica, Iquique y Antofagasta, y especialmente los de Calama, verán durante ese rato, el mismo testimonio ajeno y lejano que observamos nosotros al ver programas documentales del continente africano.
Las entrevistas a transeúntes ocasionales que se mojan son, eso sí, una pieza audiovisual digna de una mención de honor en el terreno de la idiotez. ¿Se le puede preguntar algo útil a alguien que se está mojando? ¿La respuesta puede ser mejor que la pregunta? Los formadores de periodistas tendrán que evaluar, a partir de estas imágenes, el trabajo que hicieron, o que dejaron de hacer.

La lluvia de Santiago nos hace ver las carencias segmentadas que hemos diseñado en esta ciudad. Los problemas que se evidencian entonces, tienen orígenes claros que, sin embargo, ciertas personas quieren esconder. Nuestros periodistas son, una vez mas, cómplices de aquello. La lluvia de Santiago, así como es informada, ciertamente no califica para noticia de titular en horario prime.

Próxima entrega…..El Calor y El Frío

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