lunes, 25 de enero de 2010

La pequeña ética



La ética fue alguna vez pequeña. Luego le ofrecieron apellidas, las más ilustres y populares. Deportiva, profesional, laboral, política, financiera, periodística, y algunas otras más.
Y entonces se formaron grandes maestros para explicarla. Grandes maestros que no siempre contaron con grandes alumnos, pero si con poco tiempo.
Y la ética se definió, así como en los diccionarios, cinco líneas, un par de sinónimos y algunos ejemplos. Y la ética inspiró libros y tratados que la hicieron una virtud inmensa e imposible.
Y ese gran maestro, con muchos lápices azules y unos poquitos rojos terminó de enseñarla, aprendida o no pero enseñada. Y esos libros se cerraron para siempre, y solo quedó la apellida escogida para ejercerla.


Y luego ella se confundió, ahora debía usar su apellida. Sola no servía. La ética a solas no la usaba nadie. Así era la vida y la ética tenía que tener apellida. Y las personas de bien debía escoger una sola. Había que especializarse en una sola ética. El deportista solo la pudo usar para correr más rápido sin hacer trampas.


En el jardín de infancia enseñan algo parecido. Son grandes maestras que comparten con pequeños aprendices. No la definen ni le ponen apellida. En el jardín de infancia viven con ella y no se necesitan lápices azules ni rojos para llevársela a casa todos los días y traerla al día siguiente alimentada de inquietudes para volver a jugar con ella en los columpios. Los grandes maestros alguna vez fueron pequeños aprendices, y entonces no usaban el diccionario para reconocer una travesura, disculparse y seguir jugando.


La pequeña ética, esa que enseñan y aprendemos en los jardines de infancia no necesita crecer. No es mejor cuanto más grande. Si crece se torna incomoda, sospechosa y pretenciosa. La pequeña ética solo necesita un poquito de espacio para aconsejarnos al oído. Dejémosla pequeña, sin apellidas ni definición.

1 comentario:

  1. Nos hemos debido habituar al lenguaje de nuestros políticos, opinólogos y farandólogos cada vez que ellos ceden a la tentación de la redundancia y hablan de "la moral y la ética"
    A todos ellos les haría muy bien leer tu pequeña ética.
    El escueto y sobrio diccionario de la RAE define moral como
    "Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia."
    Escojo una de las varias que RAE nos proporciona de ética:
    “Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.”
    Pero las definiciones no conducen siempre al fondo de los asuntos. Creo que tu aproximación a la pequeña ética da mejor en el clavo.
    El fenómenos ocurre los lunes y los martes, de día y de noche, en el supermercado y en la iglesia, a moros y cristianos, blancos y negros.
    La diferencia parece ser que algunos la han aprendido como las primeras poesías: de memoria. La letra, a sangre entra, reza aquel disparate estúpido de la antigua pedagogía. Está bien, tal vez haya sido necesario, pero ya no podemos conformarnos con ese método arcaico. Entre otras cosas, porque pasar sobre esa ética se limita a una omisión. Es tan poco grave como olvidarse de un cumpleaños.
    La ética que has cultivado dentro de ti mismo, en cambio, es imposible de olvidar. Cuando no la respetas es que has decidido atropellarla.
    Tu pequeña ética es, en realidad la Gran Ética.
    La ética de los otros es claramente hética.

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