lunes, 8 de febrero de 2010

Idioticias a las 21

Las 21 horas. Hora de encender algunos televisores en las casas, el resto lleva ya encendido todas las horas.
Las 21 horas son, desde hace mucho tiempo la hora en que los chilenos se informan. Lo que se muestra a las 21 horas por televisión es relativamente cierto, las imágenes son reales y las frases escogidas de algunos personajes son reales. Sin embargo, el contexto en que fueron dichas esas palabras y ambientadas esas imágenes, no tiene cabida a las 21, y eso es lo primero y más lamentable que asumen los editores de televisión. El contexto es muy complicado para que las personas que a las 21 horas ven televisión lo conversen. El contexto es más incomodo, cuanto menos variedad editorial exista en la televisión.  
El televisor está situado en una pared, que durante esa hora se transforma en el centro de un comedor o un dormitorio. Los controles remotos parecen tener deshabilitada la función “mute”, por lo que no existe respiro en este torbellino de ruido, declaraciones, reportajes, entrevistas, ofertas e imágenes exclusivas. Tragar comida, imágenes y sonidos es lo que se debe hacer a las 21 horas, luego, a las 22 sigue el resto, ver más televisión. La conversación, si es que tiene lugar, se hace al día siguiente, con gentes que comparten labores, oficios, profesiones. La conversación se tiene consigo mismo, leyendo titulares de diarios en los asientos de lustrabotas. Con la familia, no hay tiempo, hay que levantarse temprano mañana.

Comienza así, Idioticias a las 21. Antes eran las noticias ¿se acuerdan? Puntualidad inglesa, cortina musical inconfundible, idioma bien modulado, titulares importantes, segmento político, deporte y goles, que eran de todos y se mostraban el día que se hicieron, no mañana. Segmento internacional formal, publicidad breve, noticias nacionales, entre las que se incluían hurtos, asaltos y fechorías que son propias de ciudades hacinadas como la nuestra y segmento de variedades dependiendo del día. Las críticas de cine eran el viernes. Noticias, en un mundo donde informarse era necesario, y eso era comprendido a ambos lados del televisor. Noticias, en un país donde también estas fueron manipuladas y propuestas por unos, y valientemente mostradas por otros.
Lo que nos contaban era mas o menos real, igual que ahora. Lo que nos contaban solía sacarse de contexto, igual que ahora. Lo que nos informaban era seleccionado y editado, igual que ahora. Me da la impresión si, que antes se seleccionaban cosas más importantes, criterio que los periodistas no transaban tan a menudo con los caprichos del mercado y los intereses políticos (al menos eran balanceados) hasta ahora, en que esa transacción se firmó a contrato indefinido.
Creo que todos los temas son serios, pero hasta la seriedad tiene sus prioridades, y en eso la televisión falló dramáticamente en sus noticieros. El robo de un cajero automático no puede ser mas importante que la votación de un proyecto de ley. A alguien le pareció que esa era una forma creativa de inventarnos que vivimos en un país violento y que está siendo arrasado por la delincuencia, lo que está afortunadamente lejísimos de ser cierto. Lo peor de todo es que alguien aceptó eso y mi crítica apunta a los periodistas de la televisión chilena, no a uno en particular, sino al gremio, por acción, reacción, omisión o ignorancia, elija usted la suya.

Estimados periodistas de televisión, o algunos de ustedes. Estudiar en una universidad es un privilegio que los países pobres como el nuestro reservan para unos pocos afortunados. Serán entonces personas que por el hecho de contar con un título, dispondrán de un salvoconducto eterno con el que poder cruzar puentes y fronteras infranqueables para otros. Estudiar es un derecho que les ha sido garantizado y que a mi juicio no ha sido honrado de manera noble por una gran cantidad de ustedes.
Estudiar es el derecho que nosotros les damos para enseñarle a la sociedad adulta. Y enseñar es, por experiencia propia, una de las actividades más lindas que puede llevar a cabo un profesional. Y el periodismo es una forma muy antigua de traspasar la historia contando cuentos. Al estudiar periodismo, cada uno de ustedes ha podido elegir el idioma, la entonación, los acentos, el papel y el color de la tinta.
Es cierto que desde hace algún tiempo las opciones de papel y color de tinta son escasas, y algunos definitivamente están descontinuados, lo que tendremos que revisar pronto. Es cierto que las presiones corporativas editoriales son cada día más implacables y perversas. Es cierto también que el mercado no financia aquello que no hace méritos o genuflexiones precisas. Pero también es cierto que eso ha aumentado la pereza intelectual y disminuido el espíritu aventurero de aquel que debía transformarse en un reportero audaz y creativo, para luego ser capaz de redactar como el mejor novelista, y presentar con independencia y seriedad. Y esto es lo que ustedes han debido defender y no lo han hecho.

El humor es una buena herramienta para decir en serio lo que a veces parece broma.
En algunas entregas, analizaré las idioticias que, según mi opinión, califican para algún concurso en el que yo definitivamente no quisiera participar.
Un análisis más profundo del deterioro de nuestros noticieros tendrá que ser hecho por quienes puedan hacer algo por actualizarlo y reponerlo en el sitial de importancia que corresponde.


Pronto, La Lluvia!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario