lunes, 8 de febrero de 2010

Brevemente Libertad




La libertad de pensamiento es la única por la que no es necesario luchar. Es la única que no necesita defensas, ofensas ni espadas. Es soberana y dueña de sí. No precisa vestidos coloridos, ni máscaras ni perfumes. No pide permiso, no abusa de la confianza ni tiene vergüenza. Vive en un reino infinito con miles de castillos y fortalezas, jardines, mares y rincones ocultos. Vive sola, acompañada de su dueño.
Las otras libertades, todas ellas, las libertades que han sido escritas, las que han sido   fundidas y confundidas, las libertades que sangran, las que queman y las que lloran,  son mas pequeñas. Son tan pequeñas que solo caben en un país, en un pueblo o en un solo barrio. Esas libertades han debido ser habladas en solo un idioma a la vez. Su color azul solo ha podido teñir el cielo o el mar, uno a la vez.
Esas libertades han debido ser enseñadas. Esas libertades, pues, tienen límites y no saben vivir juntas. Esas libertades tienen jerarquías y castas. Esas libertades viven una vida, a veces y mueren muchas vidas, casi siempre.
Las libertades por las que el ser humano hiere y es herido, las libertades que componen la música y pintan cuadros. Las libertades derrotadas que han escrito la historia, borrada y reescrita por aquellas que triunfarán.
Esas libertades necesitan que las dejemos de blandir. Esas libertades no quieren asumir la responsabilidad de aquel que, pudiendo pensar libremente, optó por actuar en prisión. Solo así la libertad volverá a ser una sola. La libertad de todos.     

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