miércoles, 5 de mayo de 2010

¿País bananero? El churrasco y los cuchuflís rellenos , la dignidad perdida


En un diálogo twittero reciente, alguien planteó seriamente que el calificativo de “bananero” es ofensivo cuando se lo quiere asociar a una forma desordenada, floja y descuidada de hacer las cosas. Es cierto. Tan cierto que incluso me atrevería a plantear lo contrario. Las bananas llegan a todas partes del mundo durante todo el año, y eso requiere orden, trabajo y mucho cuidado.
Tal parece que el calificativo de “bananero” se origina en la actitud que expresan los pueblos de dichos países. Actitud tranquila y contenta, adecuada para las condiciones de extremo calor y humedad con las que conviven en esas latitudes ecuatoriales.

Nuestra idiosincrasia tan “observadora” nos caracteriza por ser expertos miradores (mirones) de los defectos ajenos aun cuando nos miramos al espejo. Tendremos entonces que aprender a decir algunas cosas por un nombre que nosotros podamos pronunciar. No creo que en Ecuador se refieran a un país desordenado como “país salmonero” ¿cierto?
Ser un país bananero debe ser un orgullo en Ecuador.

Descartado entonces el calificativo de “bananero” por ajeno, lejano y ofensivo, creo que tenemos que encontrar el nuestro para hacer coincidir en nuestro espejo la imagen que le responde a la cara que la mira al frente. Una reflexión entonces.

Cuando le hemos abierto la puerta al mercado para que lo regule todo, entonces hemos debido aceptar que se meta incluso en nuestras tradiciones más respetadas. El churrasco y los cuchuflís han sido dos de sus abundantes victimas silenciosas.
La carne blanda y el relleno completo de manjar sufrieron el recorte que los improvisados nuevos microempresarios del rubro encontraron como respuesta a la necesidad de mantener o aumentar los márgenes de ganancia. Gracias a eso, ahora existen los churrascos de “suela de zapato” y los cuchuflís rellenos de manjar solo en las puntas.

La tradición, esa que decía que los churrascos eran ricos y los cuchuflís eran “rellenos-rellenos”, dejó de valer, parece.
No conozco a nadie que haya expresado su rabia por este atentado social. El mercado ganó y aquel que haga buenos churrascos y cuchuflís completamente rellenos podrá cobrar muchísimo más de lo justo, precio que solo aquellos que podemos, estaremos dispuestos a pagar a regañadientes.

En Uruguay se inventó hace más de 80 años el Chivito, que es el equivalente uruguayo a nuestro churrasco. Y allá existen dos tipos de Chivitos, los buenos y los mejores, consumidos indistintamente por ricos, medios y pobres. No creo que en Uruguay exista una ley que defina la calidad mínima del Chivito, no. Lo que creo que allí pasó, es que la sociedad puso límites invisibles pero infranqueables para mantener su dignidad.

Nuestro país está institucionalizando este desprecio por las buenas tradiciones, transformándolas en tradiciones consumibles a la medida del bolsillo.
Quisiera que los márgenes de ganancia económica fueran también relacionados con los márgenes de ganancia social. Nuestros churrascos y cuchuflís rellenos ya no son dignos. Esa dignidad la perdieron a nuestra vista (mal gusto) y paciencia.

¿Podríamos hablar del síndrome; País de los cuchuflís con manjar en las puntas?

¡¡¡Sale una opinión, maestro!!!

1 comentario:

  1. Me gusto mucho tú reflexión, pero también yo agregaria que como chilenos le estamos dejando ganar a los industriales y a lo no tradicional o que esta de moda. El primero por que no exigimos que se nos entreguen productos de calidad y lo segundo por estamos dejando de lado nuestros productos tradicionales entiendase por comidas y bebidas por todo aquello que es chatarra o exotico. Valoremos y resaltemos lo nuestro

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